Educación rural en pandemia: la realidad de la que nadie se hace cargo

Marlene Zapata es profesora en la escuela rural “Hardy Minte Bartsch” ubicada entre Ensenada y Puerto Varas y tiene 27 alumnos aproximadamente, de los cuales 12 son alumnos de ella. En su sala se juntan niños de 4to, 5to y 6to básico. 

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Cuando comenzó la pandemia, la escuela mandaba guías para que los niños trabajaran en sus casas con la ayuda de sus padres, ya que no cuentan con internet ni computador para hacer clases en línea, como lo han hecho otros colegios del país. Esta forma de operar duró muy poco, porque según Marlene, es muy difícil para los niños avanzar sin su profesora, los padres muchas veces tampoco saben los contenidos que los niños trabajan ya que hay varios que no tienen su educación primaria completa. 

Al ver que esto no funcionaba, Marlene decidió ir a la casa de los niños para ayudarlos en su trabajo escolar y que pudieran seguir avanzando en su educación. Así es como partió a ver a los niños a sus hogares, algunos pocos en Puerto Varas y también camino al volcán Calbuco donde viven la mayoría de sus estudiantes. Tomando todas las medidas de seguridad le hace clases y resuelve las dudas. Como consecuencia Marlene conoció la realidad de la casa de sus alumnos y comenzó a entender algunas conductas de alguno de ellos cuando estaban en el aula. “Había un niño que siempre se lo comía todo, siempre tenía hambre. Claro, en su casa casi nunca le tienen colación. Había otro que nunca hacía las tareas y ahora entiendo que tiene que cuidar a sus hermanos, y eso no le da tiempo para cumplir sus quehaceres escolares”. Así aprendió a tener un enfoque personalizado que piensa seguir replicando cuando vuelvan las clases presenciales. 

Al final nos recuerda algunos proyectos que no se pudieron llevar a cabo por la emergencia sanitaria, pero que cuenta los días para volver a la normalidad, pero la claridad que nada volverá a ser como antes.

Imagen: El Heraldo Austral